Allá por los años 80 sucedió un fenómeno extraño en mi familia. En realidad sucedieron varios. En una casa con una economía básica empezaron a entrar aparatos tecnológicos que parecían artefactos de brujería.

Primero nuestra minúscula tele en la que veíamos Barrio Sésamo en blanco y negro fue sustituida de buenas a primeras por un pantallón gigante que no cabía en la balda de la estantería que venía ocupando su predecesora. La nueva integrante de la familia venía pisando fuerte, reclamando mesa camilla propia alrededor de la cual nos sentábamos para alucinar con las púas rosas de Espinete o los trabajos incansables de los Fraggel.

Mis padres siguieron viniéndose arriba y al poco trajeron a casa un vídeo VHS. La compra fue todo un acontecimiento. Nos hicimos socios de todos los videoclubs del barrio (aún seguimos siendo el 380 de uno de ellos) y la primera noche estuvimos al borde del colapso al creer que nos habíamos cargado el invento porque la cinta no hacía más que salirse una y otra vez. Después descubrimos que para que empezara a andar había que darle a Play y no a Eject.

Pues bien. El tercer hecho insólito fue la llegada de la Nintendo Nes a casa. ¡Teníamos consola propia!. Algo inimaginable para nosotros y que nos dejó a mi hermano y a mí patidifusos de la emoción. El artilugio venía con dos mandos y… ¡Atención! Una pistola para jugar al tiro al plato. ¿Qué más se le podía pedir? Pues ni más ni menos que el Mario Bros.

Nintendo NES

Super Mario Bros

¡Oh my god! Qué descubrimiento más maravilloso el de estos hermanos fontaneros italianos ultrapixelados saltando de tubería en tubería, recogiendo moneditas y postres que le daban vidas extras (sí señores, a las setas las llamábamos postres).

Siempre de perfil, con su mono rojo y su camiseta marrón, Mario iba saltando sobre las tortugas, luchaba con el malo malísimo de Bowser y moría una y otra vez en las pantallas subterráneas que para nosotros eran las más difíciles. Y todo con ese soniquete de fondo que se convirtió en la banda sonora de las meriendas de toda una generación. Alguno conozco que el día de su boda pidió al dúo de violín y chelo que le interpretara al novio el tema principal de este videojuego para acompañarle al altar.

Por si no fuera suficiente empezaron a llegar a nuestras manos cartuchos con juegos como el Zelda, que llevaban a ese pegotillo verde de muñeco por pantallas y pantallas lanzando una minúscula espada marrón viviendo aventuras inimaginables.

Zelda

La leyenda de Zelda

A todo esto de vez en cuando la cosa se ponía difícil y los cartuchos no conectaban bien. Era el momento de soplar y soplar esa media cuartilla de plástico gris y rezar para que no se hubiera roto la consola. Eso sí, soplando con todo el cuidado del mundo para no dejar un pegote de bocata de nocilla en la carcasa y que el remedio fuera peor que la enfermedad.

Y así pasamos horas y horas de nuestras tardes de niños de ciudad ochenteros. Dejándonos los dedos en un mando sencillo, con solo 5 botones, que nos convertía en los super héroes más intrépidos del mundo a través de nuestra televisión de pantalla casi tan grande como su fondo. La misma en la que alucinábamos con los programas musicales que grabábamos en nuestro vídeo cuando conseguimos leernos la biblia del manual de instrucciones y aprendimos a descifrar sus misterios.

Con el paso de los años llegaron versiones mejoradas de estos y otros muchos personajes míticos. Vimos a Mario en 3D, Zelda tenía hasta un flequillito Hipster…. Pero si eres de los 80 fijo que tienes en la retina los pixeles de los que te hablo e incluso me atrevería a decir que hoy por hoy no los cambiarías por los nuevos.

Super Mario

Evolución de Mario Bros

Nintendo se dio cuenta de que esto no solo nos pasaba a un par de frikis, sino que el poder embaucador de la Nes pudo con toda una generación y pensando en nosotros lanzó la Nintendo Classic Mini con 30 juegos clásicos instalados. Y hombre… Está muy bien, no te digo yo que no, pero disfruto más cuando saco del trastero mi auténtica Nes, con su cartón oliendo a viejo y sus cartuchos gigantes. ¿Y tú? ¿Conservas la tuya? ¿Te gustaría volver al principio de tu vida gamer sin sucedáneos?