Había una vez en un bosque brumoso y encantado, una colonia de buenos elfos. Sin embargo, estos duendes tenían un gran problema. Su queridol jardín de hongos estaba infestado de plagas: un ciempiés gigante, un Escorpión que tiene veneno, una araña que hace travesuras y una pulga molesta.
Los buenos duendes hicieron todo lo posible por librar a su jardín de esta locura. Pero nada funcionó.
Un día, un elfo llamado Oliver estaba pirateando un hongo envenenado en el jardín. De repente, vio un inusual palo brillando en la tierra. Sólo cuando Oliver recogió el palo, una araña saltó desde detrás de un hongo y corrió hacia él. Cuando Oliver agitó sus manos salvajemente para tratar de asustar a la araña lejos, las chispas volaron de su palo y ¡ la araña desapareció!
“¿Cómo ocurrió eso?” Oliver se preguntó por qué no. “¿Podría ser esto una magia? ¿varita mágica?” Pronto Oliver tuvo otra oportunidad de probar la varita mágica. Cuando el escorpión corrió a través de una hilera de hongos, envenenando cada hongo que tocó, Oliver apuntó con la varita al escorpión y gritó: “¡Se van!” Al instante, el escorpión desapareció y los hongos envenenados se transformado nuevamente en champiñones normales.
“¡Esto es genial! Esta es la herramienta que necesitamos para limpiar nuestro hongo ¡jardín! “Oliver gritó extasiado. Con su nueva varita mágica encontrada, Oliver se escondió detrás de un hongo. “Está bien, gran ciempiés”, dijo. “Salga de donde sea que esté. Estoy listo para ti ahora! ”
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